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Historia de las cabinas de fotos, parte 2

En la primera entrega de la Historia de las cabinas de fotos, les contamos inicialmente que pese a lo que creemos, las cabinas fotográficas existen al menos en sus versiones más primitivas desde fines del siglo XIX. Luego pasamos a darles detalles del surgimiento de las primeras máquinas, los primeros experimentos, quiénes fueron los pioneros y cómo fueron recibidas en la época. Cerramos el resumen diciendo que a partir de 1925 llegaría la época fundacional de las cabinas de fotos modernas y a partir de aquí retomamos el relato…

Se hace imposible seguir el desarrollo de las cabinas de fotos sin mencionar a Anatol Josephewitz (más conocido como Anatol Josepho). Anatol nació en 1890 en el medio de la Siberia Rusa y murió rico en 1980 en California… ¿Quién es este hombre y por qué nos interesa? En 1925, él fue quien patentó lo que sería el primer sistema de cabinas de fotos moderno, llamándolo Photomaton. Su historia es atrapante…

Anatol nació en una familia del pueblo de Omsk, un lugar aislado en la Siberia y netamente industrial. Su madre murió cuando él tenía 15 años, y soñando con el salvaje oeste norteamericano, le dijo a su padre que era su momento para explorar el mundo. Según una revista de 1925 (citada aquí), la respuesta de su padre fue: «La vida, hijo mío, es la suprema maestra. Ve. Viaja. Trabaja. Estudia. Escucha. Vuelve cuando quieras. Todavía te estaré esperando. Y quiero estar orgulloso de tí cuando vuelvas. Recuerda eso, hijo mío, ¿podrías?». Según cuenta la historia, Josepho partió con esa enseñanza con rumbo a Berlín. En 1900, Eastman Kodak presentó la revolucionara cámara Brownie (la cámara que popularizó la fotografía doméstica e introdujo el concepto de «instantáneas»), con una en su mano, Anatol consiguió trabajo en un estudio de fotografía en Berlín. Ahí fue donde comenzó a aprender el arte y la técnica de la fotografía de la época. Berlín era una ciudad con una vida cultural en gran movimiento, y el trabajo en el estudio no faltaba. Ahí comenzó a idear un sistema que le permitiera tomar fotografías de manera rápida, eficiente y menos costosa, con el objetivo de ponerlo a disposición del público en general y no de pocos afortunados que pudieran pagar los servicios de un fotógrafo.

En 1912, con 18 años, nuestro protagonista decidió sumarse a la ola de inmigrantes que buscaban la tierra soñada, y partió en barco rumbo a New York. Tras buscar trabajo sin suerte durante varios meses, decidió volverse con las manos vacías a Europa, recalando en Budapest. Allí, abrió su propio estudio de fotografía y comenzó a hacer los esquemas de una máquina automática que serviría para tomar fotos instantáneas y se activaría insertando una moneda.

En 1920 decidió regresar a Omsk, donde se encontró con un panorama muy distinto al que había dejado. El Ejército Rojo había invadido el pueblo, y sin mucho que hacer, decidió irse una vez más, esta vez, el destino era más exótico. Viajando a través de Mongolia y China, terminó en Shanghai en 1921. En ese momento, Shanghai era «la París del Este», con un movimiento artístico floreciente, al que Josepho se sumó. Abrió otra vez un estudio, «Josepho Studio» y según dicen los artículos de la época, tuvo gran éxito, viajando por diversas partes de China trabajando como fotógrafo. Para Anatol, esto no fue suficiente, y siguió pensando y planeando constantemente su invención…

En sus propias palabras: «Mientras estaba en China en 1921, dibujé planos del invento. Decidí viajar a Estados Unidos y buscar inversores. Llegué a Seattle y pensé que debía ir a Hollywood a tener experiencia trabajando en películas. Lo hice, tuve la experiencia que necesitaba y viajé hacia el Este. Tenía algunos parientes en New York, con su ayuda y la de algunos amigos, junté el dinero que necesitaba para producir el primer modelo, $11.000 dólares. De paso, debo decir que aquellos que me prestaron el dinero por su interés en el invento han sido bien pagados por haberse arriesgado.»

Así que para recapitular, tenemos a un soñador de la Siberia rusa, un judío inmigrante como tantos de la época, que a los 15 años se fue hacia Berlín, pasó por Hungría, viajó hacia New York, no encontró trabajo y volvió a Europa, se instaló en Budapest, volvió a su casa en Omsk, la encontró sitiada por la guerra, partió a China, trabajó durante años ahí, y decidió una vez más probar suerte en Estados Unidos, donde finalmente consiguió el apoyo económico que necesitaba para crear un invento que planeó durante años. Para que tengan una idea sobre el dinero que pudo recolectar, el precio de una casa familiar era de $2.000 dólares en New York. Para producir su invento convenció a familiares y amigos para que le prestaran un monto que en total representa el valor de casi 6 casas…

En poco tiempo, el inmigrante Anatol, consiguió financiamiento por un monto enorme, encontró ingenieros y maquinistas que le ayudaran a construir su máquina, registró la patente por su invento, alquiló un galpón para instalar su fábrica, y comenzó a producir el primer Photomaton. Al poco tiempo, líderes industriales de Estados Unidos lo iban a estar buscando…

Anatol Josepho - Inventor de las cabinas de fotos

Hacia septiembre de 1925, abrió el Photomaton Studio, en la esquina de Broadway y la calle 51, con tres cabinas de fotos. Dicen los artículos periodísticos de la época, que el boom fue instantáneo, alrededor de 7.500 personas pasaban día a día a tomarse fotos, amasando 280.000 clientes en los primeros 6 meses. El estudio estaba abierto todos los días hasta las 4 de la madrugada. El invento comenzó a replicarse, aparecieron copias, en su mayoría no tuvieron el mismo éxito que el Photomaton porque no contaban con la preparación técnica de Josepho. En 20 años, supuestamente había alrededor de 30.000 cabinas en todo Estados Unidos, siendo los principales clientes soldados y familias de los soldados de la Segunda Guerra Mundial, que encontraban en las cabinas de fotos la forma más simple de enviarse fotos.

Este éxito vino de la mano con un importante político de la época, Henry Morganthau, quien había sido embajador estadounidense en Turquía y uno de los fundadores de la Cruz Roja de ese país. Morganthau vió el potencial del invento y contactó a Anatol, ofreciendo comprar las máquinas, y sobre todo, las patentes. Un título de una edición del NY Times de marzo de 1927 decía: «Máquina expendedora de fotos le da $1.000.000 de dólares a joven inventor». Ese monto de la época representa alrededor de $12.000.000 de dólares actualmente, y además, Morganthau y su grupo de inversores le garantizaron futuras regalías por su invención. El inmigrante de la Siberia se hizo rico inventando la cabinas de fotos moderna. Anatol es uno de los ejemplos del inmigrante que cumplió el «Sueño Americano».

La cabina Photomaton te tomaba 8 fotos y las entregaba en una tira que era procesada en 8 minutos a través de un proceso químico en un papel especial inventado por Josepho luego de mucha investigación. Cada cabina era atendida por asistentes que sugerían a los usuarios las poses en cada una de las tomas.

Josepho con su mujer, Ganna, en la cabina:

Anatol Josepho y su esposa Ganna en el Photomaton

Al poco tiempo, se abrieron 70 estudios en todo el país. El NY Times comparó el invento de Josepho con Henry Ford en términos de producción en masa, para finales de 1920, Morganthau estableció una fábrica en Long Island donde comenzaron a producir máquinas en cantidad. Un mes después del acuerdo entre Morganthau y Josepho publicado en tapa del NY Times, la revista Time del 4 de abril de 1927 lo destacaba y publicaba fotos del gobernador de New York tomándose fotos en la cabina con su esposa. El invento de Josephewitz llegaba al punto máximo de popularidad.

Ni bien recibió el dinero, Anatol donó gran parte a instituciones al cuidado de los más necesitados de la ciudad de New York. La prensa reaccionó de manera negativa, basándose en el contexto de la revolución rusa y los orígenes de Josephewitz, lo acusaron de socialista. Los periodistas no imaginaban a nadie dando este dinero sin una agenda política en mente. Josephewitz nunca participó en política.

Al año siguiente, también vendió los derechos de comercialización y patentes para Europa a una empresa de capitales ingleses y franceses, lo que puso al Photomaton en casi todo el mundo.

Cabe destacar, en septiembre de 1929, el director de la corporación europea, Clarence Charles Hatry, fue implicado en un caso de fraude y bancarrota, que llevó a un pozo a la bolsa de Londres, preludio del caos un mes después en la bolsa de New York, que inició la Gran Depresión. La empresa se convirtió en un desafortunado símbolo de una compañía altamente sobrevaluada, y Hatry estuvo preso por 9 años.

Aún así, las cabinas de fotos se hicieron cada vez más populares y comenzaron a surgir innovaciones a los dos lados del Atlántico, convirtiéndose en parte importante de la vida cultural del siglo XX. Queda mucho por contar en una tercera parte…

Pero antes de terminar, ¿qué pasó con Josepho? Tuvo dos hijos y siete nietos, después de vender los derechos del Photomaton, se mudó a Los Angeles donde patentó otros inventos, y comenzó a hacer inversiones inmobiliarias en California. Determinado a donar al menos la mitad de su fortuna, sus actividades filantrópicas incluyen la donación más grande de la historia a los Boy Scout, un campo de 44 hectáreas en Santa Mónica valuado en 55 millones de dólares, que hasta hoy sigue siendo llamado «Camp Josepho». Anatol murió de complicaciones de un ataque al corazón a finales de 1980. Pero su invención aún vive y sigue evolucionando. Antes de su fallecimiento, Josepho fue nombrado Doctor de Ciencia en Tecnología honorario por el Instituto de Tecnología Israelí Technion, que también nombró uno de sus edificios en su nombre a modo de agradecimiento por sus donaciones y en honor a su carrera como inventor.

[ACTUALIZACIÓN] Leé la tercera parte acá.

Imagen de Josepho vía Wikipedia.

Fuentes: panmodern.com – nytimes – telegraph